Columna Burbujas Católicas/26 de mayo 2915

Burbujas Católicas

Por Luis Godofredo Pichardo/Periodista-editor de la revista digital Ventana Católica

La pederastia: un cáncer social en el seno de la Iglesia Católica

Francisco D. Brito, Andrezej Seremet, junto a una dama polaca en rueda de prensa

  Un grupo de expertos judiciales acompaña al procurador polaco Andrezej Seremet, quien se interesó por conversar frente a frente con  siete familiares de igual número de víctimas de abusos sexuales cometido por el sacerdote polaco Alberto Gil, cuando era párroco de la iglesia de Juncalito, en el municipio de San José de las Matas.

  El sacerdote Gil se convirtió en un ícono de popularidad comunitaria en la región montañosa de Juncalito, un empinado terreno de la serranía sur de la República Dominicana.

padre Alberto Gil, condenado a siete años

  La sabiduría y bondad del religioso penetró tan profundo en el  corazón de  pobladores  donde ejercía su ministerio, que este columnista se trasladó a la pequeña población serrana con la intención de conversar con algunas de las víctimas, o de sus familiares, pero fue imposible, nadie habló sobre el tema, como no encontré a ninguna persona que quisiera hablar y menos identificarse, opté por conversar con una profesora rural, que no siendo oriunda de la comunidad,  soltó algo de la  sopa, como se dice en el argot populista del campo.

  Ella reveló,  que se decía que el sacerdote había violado a varios niños y jóvenes, pero que nadie se atrevía a decir nada, por respeto al cura y por el afecto que  se había granjeado con la comunidad.

   Cuando estuve en Juncalito, ya el escándalo era de dominio público, y los medios de comunicación  se habían encargados de algunos detalles que todavía no lucían claros. Incluso cuando busqué visitar la Iglesia local, nadie sabía dónde estaba la llave, lo que sí sabían, pero lo ocultaban,  era que el padre Alberto Gil ya no estaba de párroco, lo  habían escuchado por la radio que él se había marchado del país.

  La profesora me pidió que no escribiera su nombre y que tampoco la identificara a través de una imagen, porque necesitaba el trabajo de educadora de primaria.

   Luego de dar muchas vueltas  alrededor de los pobladores, me acerqué a unas jóvenes que disfrutaban de unos tragos de ron Brugal, cuando le saludé con media puerta entreabierta,  se espantaron raudas e incómodas con mi presencia y los que me acompañaban.

Procurador no habla del Nuncio

¿Las autoridades dominicanas no hablan del Nuncio, por qué?

Josef Wesolowski, estuvo en República Dominicana,  como embajador de la Santa Sede,  y en su estadía se dio a conocer ampliamente por sus prácticas pederastas abusivas contra  niños menores de edad, los casos están tipificados por la Justicia dominicana, pero como la soga rompe por lo más delgado, sólo se menciona al padre Alberto Gil,  un subordinado de Wesolowski y no se dice nada del nuncio, quién también, está  imputado por los delitos de  los de que se les acusa de pederastia contra menores en República Dominicana. Su caso es mucho más explosivo y escandaloso que el del propio padre Gil.

JW se mantiene en Roma bajo la impunidad

  En el caso de Wesouowski, se han dicho y difundido muchas versiones en la prensa dominicana y también por radio “bemba”, pero al parecer, hubo encubrimiento  voluntario y se habla de que jerarcas de la Iglesia lo sacaron del país,  todo parece indicar que lo sacaron por el Salón de Embajadores del aeropuerto capitalino  de Las Américas. Sin que a las autoridades les importara un pito.

  Ciertamente, hay que reconocer que era un diplomático de alto rango, pero también  era general de cinco estrellas en caso de la violación de menores, por la cercanía y relación del Nuncio y el padre Gil, se puede deducir que existía una alianza estratégica y perversa para practicar con libertad y en libertad la pederastia con menores que se dejaran engatusar.

  ¿Y del padre Johnny qué?

Familaires claman por justicia

  Este sujeto todavía sigue ejerciendo su ministerio sacerdotal y sus andanzas amorosas y sus conquistas sexuales con jóvenes de su entera confianza siguen bajo el manto de la impunidad en la lupa de la opinión pública. El escándalo de este perverso servidor de Dios que dañó el ministerio sacerdotal explotó,  en la  montañosa comunidad de Jarabacoa, donde era el párroco local.

  Las denuncias autentificadas por el Ministerio Público  de varias mujeres,  lo colocan como un  verdadero depredador sexual, quien invitaba a sus víctimas a acompañarles a concelebrar misas comunitarias y luego la conducía lugares paradisíacos para disfrutar del sexo con  menores de edad sin su debido consentimiento, como ejemplo ilustrativo  mencionemos  el caso de dos hermanas a las que supuestamente violó abusando de su confianza  y de la confianza de los padres que se las facilitaron como ayudantes  para celebrar  ejercicios religiosos.@