Ventana católica: ¿Las religiones siguen
siendo el opio de la
sociedad del siglo 21 o benefician a la matrícula de 2,180 millones de
cristianos que hay en el mundo?
La Iglesia católica retiene el 51% de los 2180 millones de cristianos que tiene el mundo |
Pensando en las grandes
congregaciones religiosas en todo el mundo,
es que hago esta presente reflexión. Pero antes, quiero destacar la importancia, la influencia
y el poder de convencimiento, que poseen
algunas de las religiones aglutinantes de millones de seres humanos.
Voy a mencionar solo tres o cuatro denominaciones religiosas, por ser éstas, las más influyentes en todo el planeta
terráqueo.
La Iglesia musulmana que profesa el Islam retiene el 37% de una matrícula de 2180 millones de cristianos en el mundo |
La religión católica con una
matrícula de 1,254 millones, (51% del total de 2,180 millones que tiene el
entorno cristiano, esto así porque todos los musulmanes no profesan el Islam) siguiéndoles en sucesión la protestante, la
evangélica, la luterana, la bautista, la budista, y un sin número de otras
denominaciones, se reparten junto a los ortodoxos el restante 12%-
De estas cifras impresionantes era que el líder chino, Mao Tse Tung, decía, que las grandes religiones eran como una droga que convertían en adictos a los pueblos y por eso le llamó “el opio de los pueblos”.
No creo, que las diversas denominaciones religiosas en
su empeño de conversión y atracción, para atraer a nuevos adeptos lleguen a la
categoría de una adicción a los estupefacientes, pero sí a una radicalización
del pensamiento.
Observo que hay
religiones nuevas y mercantiles que se prestan a todo y para todos, en la
búsqueda, de aumentar su matrícula
religiosa y su poder e influencia, dentro de la sociedad donde se desarrollan.
América Latina y El Caribe es un buen ejemplo de laboratorio, en el primer cuarto de siglo 21.
Mao Tse Tung, decía que las religiones eran el opio de los puevblo |
En ese escenario, crecen los nuevos movimientos deístas, a los
que no me atrevería a llamar religiones, porque en el quehacer y comportamiento cotidiano, parecen más, unos laboratorios para entrenar
activistas que iglesias para
concientizar, y se destacan en la
búsqueda de dinero y en forjar una militancia
un tanto ignorante, desconocedora de los principios religiosos
Irrespeto y posicionamiento. Las nuevas iglesias “cristianas” que surgen en los
últimos tiempos, están dirigidas por
personas ineptas, con un desconocimiento
total, del cristianismo universal y
tradicional. Amén de que la mayoría es analfabeta-
Los “pastores” nuevos fundan
una Iglesia cristiana en cualquier esquina y su labor principal, es escandalizar en el vecindario, con unos alto parlantes con más de un 90% de
decibeles que dañan el oído a sus seguidores y a la vecindad, los nuevos prospectos que entran a la
hermandad quedan como esclavos y prisioneros del sistema de una religión en que
sus responsables violan las normas de la decencia y alteran el orden público.
La ignorancia de no saber escuchar. Recientemente tuve la
desagradable experiencia de enfrentarme con un activista-perifoneador cristiano que desde una yipeta vociferaba sin parar, como quien está poseído, de las camionetas que usan los ricos, salí para
pedirle que bajara el volumen de megáfono, pero no me hizo caso-
Y ciertamente predicaba la palabra de Dios,
algo que respeto y valoro, pero. Cuando “un
cristiano separado” habla de predicar la
palabra se refiere a la Biblia y a Dios, y eso es bueno, pero hay que respetar
el espacio y la privacidad.
. El religioso de la
camioneta se instaló al frente de mi casa, elevó los decibeles de su megáfono a
nivel que no nos escuchábamos nada mi
esposa y quien escribe, salí a pedirle que bajara un poco el volumen, no me
hizo caso, y cuando terminó la prédica, me dijo en un tono airado, esta calle
no es suya. Y tengo derecho a predicar
la palabra de Dios. Le respondí tampoco la calle es suya, y es más de mi
incumbencia que la suya porque yo vivo al frente de ella.
Bien, le dije, pero lo que
le pedí no era difícil, fue que bajara
el volumen de su bocina, y me respondió, tengo permiso para ubicarme en cualquier
parte. En ese escenario, pienso que no existe una ley que controle los impulsos
de estos cristianos callejeros, pero tampoco, de los que tienen sus iglesias en cada
esquina. (PNS):