Crónica Diez: La influencia familiar en mi mocedad
Mientras viví mis primeros
nueve años de existencia en Canabacoa, donde nací, nunca o casi nunca tuve
oportunidad de codearme con mis tíos maternos. Eusebio Sebastián Pichardo (Chano)
se mantenía en la distancia, aunque vivía en el mismo entorno. Roberto Abrahan
y Bernardo Antonio García, vivían en la cercanía de la ciudad de Santiago y
pocas veces nos visitaban.
Chano era hermano de mi
madre, del primer matrimonio de mi
abuela con Godofredo Pichardo, Bernardo y Roberto, del segundo matrimonio de mi
abuela, con Emilio García, posteriormente
a que mi abuela envuidara de su primer marido.
Como eran y cómo son mis tíos maternos. Un poco de todo y un todo de poco. Roberto, trabajador, avaro, y desentendido de la familia. Bernardo, Trabajador, humanitario, cariñoso y muy cercano sentimentalmente a la familia.
Chano, tenía inclinaciones burguesas y fantasía
emocional. Creía, que pertenecía a una clase privilegiada, que en principio era
cierto. Pues era hijo de un criador de caballos de carreras de la ciudad de
Santiago, su padre Godofredo Pichardo, nativo de Bella Vista, barrio aledaño al
casco urbano de la hidalga ciudad, quinta centenaria.
Su madre Adela Gutiérrez, campesina, hija de hacendados en la comunidad de Canabacoa, distante seis kilómetros del centro de Santiago de los Caballeros. Parece que mi tío Chano y mi madre Mercedes, estudiaban al momento del fallecimiento de su padre Godofredo, y posiblemente ese acontecimiento, junto al descuido de mi abuela tronchó, sus iniciativas estudiantiles. Chano y mamá o no recibieron el mensaje de sus parientes en Santiago para que volvieran a estudiar con los gastos cubiertos, o ignoraron adrede la oportunidad de enrumbar sus vidas por la senda del profesionalismo.
Su madre Adela Gutiérrez, campesina, hija de hacendados en la comunidad de Canabacoa, distante seis kilómetros del centro de Santiago de los Caballeros. Parece que mi tío Chano y mi madre Mercedes, estudiaban al momento del fallecimiento de su padre Godofredo, y posiblemente ese acontecimiento, junto al descuido de mi abuela tronchó, sus iniciativas estudiantiles. Chano y mamá o no recibieron el mensaje de sus parientes en Santiago para que volvieran a estudiar con los gastos cubiertos, o ignoraron adrede la oportunidad de enrumbar sus vidas por la senda del profesionalismo.
Chano, no estudió ni aprovechó la cantidad enorme de libros que
dejó su padre al momento de fallecer, tampoco mi madre, pero mi tío sí
aprovechó la herencia de una casa con su respectiva biblioteca que dejó mi
abuelo, patrimonio de cuatro hijos, él, mi madre, tía Socorro y otra hija que
nunca supe su nombre, pero sí su existencia. Chano vendió el inmueble, lo gastó
en supuestas parrandas nocturnas y nunca avisó a sus otros hermanos de la
operación económica en su contra.
Mi tío Chano arrastraba diversos complejos familiares que
les persiguieron hasta su muerte. Creía que
era único en la familia, nunca compartió de cerca con sus parientes y
familiares y se mantuvo al margen de todo, tenías creencias religiosas rasantes
con el espiritualismo y nunca se destacó
como creyente del cristianismo.
Mi tía Socorro. Era la hermana pequeña de Chano y mamá, también me habló mi madre, de la otra hermana nacida en Canabacoa, que mi abuelo había procreado extra matrimonio, me lo confirmó mi tía Socorro, posteriormente, que era hija a su vez. De una mujer en Licey al Medio, otra aventura amorosa de mi abuelo.
Cuando visité a mi tía
Socorro por primera vez lo hice con mucha timidez y cuidado. Pensé, siendo mi
tía, cabeza de una familia de zona
urbana y casada con un originario libanés, no se
va a perder el tiempo dándole atenciones a un sobrino campesino, de quien nunca había sabido de su existencia.
¡Vaya sorpresa! Cuando
saludé a mi tía. Y me identifiqué, se
puso tan contenta que me abrazó y me besó, me preguntó por mi mamá, y por Chano, y me dijo que yo había llegado a
mi casa. Desde ese momento, ciertamente pasé a formar parte de la familia, con
todos los privilegios que tenían, sus hijos.
Eran doce en total. Recibí el apoyo y cariño de don Miguel Jacobo, su esposo y los primos, hembras y varones entre los cuales destacaban: Miguelito, Tony, Davisito, Freddy, Abelino, Máximo y Martín, además, de Bienvenida, Mary, Enilda, Carmeza y Socorrito. Me acogieron como si hubiese formado parte de la familia desde que surgió la misma.
Eran doce en total. Recibí el apoyo y cariño de don Miguel Jacobo, su esposo y los primos, hembras y varones entre los cuales destacaban: Miguelito, Tony, Davisito, Freddy, Abelino, Máximo y Martín, además, de Bienvenida, Mary, Enilda, Carmeza y Socorrito. Me acogieron como si hubiese formado parte de la familia desde que surgió la misma.
Mi tía conversó largamente
de la familia conmigo, al poco tiempo de
nuestro encuentro en la calle 16 de Agosto No. 84 en la ciudad de Santiago de
los Caballeros.
Se quejó mi tía, del alejamiento de sus hermanos Chano y
Mercedes, y se preguntaba por qué no le buscaban y la respuesta era tan sencilla,
como directo fue el cuestionamiento.
No le buscaron por timidez,
por el complejo rural contra el ciudadano que vive en la ciudad o la metrópoli.
Fue una lástima, que no se trataran de
cerca,
Mi tía Socorro, era un ángel terrenal, estoy convencido, que Dios le reservó un asiento muy cercano a él, porque ella pasó por la madre tierra, haciéndoles el bien a los demás. Para mí fue mi segunda madre y le pido a Dios muchas bendiciones para ella y su familia.
Mi tía Socorro, era un ángel terrenal, estoy convencido, que Dios le reservó un asiento muy cercano a él, porque ella pasó por la madre tierra, haciéndoles el bien a los demás. Para mí fue mi segunda madre y le pido a Dios muchas bendiciones para ella y su familia.
Relaciones armoniosas. Tanto
con mi tío Roberto, como con Chano y
Bernardo, nunca discutí con ellos y tuve la suerte de mantener una buena relación familiar. Mi tío Roberto, escribí antes que me
convirtió en un esclavo moderno, y por tanto no me sentía bien con él, tampoco
le agradecí que me utilizara como un objeto cualquiera, pero le perdoné en el
pasado y lo aprecio en el presente
.
.
Con mi tío Chano, se produjo
una confusión, al marcharme de Villa Mata, establecerme en Santiago, y luego
emigrar a EE. UU., quedó pendiente el trato que me dispensó en Villa Mata,
nunca recibí paga ni beneficios de otras índoles de sus manos, que no fuera la
ración de comida que en algunas ocasiones me ofrecieron, en cambio, yo me
convertí, en un tiempo en el ángel guardián
de su familia, facilitándoles parte de su dieta cotidiana.
Iba de Villa Mata a Palo
Blanco, custodiando el animal que
transportaba los víveres, que yo iba a
vender para que su familia comiera decentemente. De regreso llevaba las provisiones con que se alimentaba
la familia de Chano, sus hijos, su mujer. Mi paga cuál era, un plato de comida
como compensación, esa misión tuve que mantenerlas por un largo tiempo en las
inmediaciones de los años 50
.
.
Mis tíos paternos.
Los hermanos de mi padre eran diez: Israel, muerto de joven, Juan, Polín,
Miguel, Honorio, y mi padre Antonio. Las hembras, Angélica, Celina, Clementina, y Silvia. Este
entorno familiar nunca influyó en mi vida y hemos mantenido excelentes
relaciones, con los que he tenido la suerte de estrechar una buena amistad y
relación familiar. Mis tías favoritas Silvia García, y Socorro Jacobo Pichardo.
Mis primos favoritos, todos, especialmente con los que he tenido el placer de
tratarme de cerca.@
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