jueves, 27 de julio de 2017

Crónica Diez: La influencia familiar en mi mocedad



Crónica Diez: La influencia familiar en mi mocedad
Mientras viví mis primeros nueve años de existencia en Canabacoa, donde nací, nunca o casi nunca tuve oportunidad de codearme con mis tíos maternos. Eusebio Sebastián Pichardo (Chano) se mantenía en la distancia, aunque vivía en el mismo entorno. Roberto Abrahan y Bernardo Antonio García, vivían en la cercanía de la ciudad de Santiago y pocas veces nos visitaban.
Chano era hermano de mi madre, del primer  matrimonio de mi abuela con Godofredo Pichardo, Bernardo y Roberto, del segundo matrimonio de mi abuela,  con Emilio García, posteriormente a que mi abuela envuidara de su primer marido.

Como eran y cómo son mis tíos maternos. Un poco de todo y un todo de poco. Roberto, trabajador, avaro, y desentendido de la familia. Bernardo, Trabajador, humanitario, cariñoso y muy cercano sentimentalmente a la familia.
Chano,  tenía inclinaciones burguesas y fantasía emocional. Creía, que pertenecía a una clase privilegiada, que en principio era cierto. Pues era hijo de un criador de caballos de carreras de la ciudad de Santiago, su padre Godofredo Pichardo, nativo de Bella Vista, barrio aledaño al casco urbano de la hidalga ciudad,  quinta centenaria.

  Su madre Adela Gutiérrez, campesina, hija de hacendados en la comunidad de Canabacoa, distante seis kilómetros del centro de Santiago de los Caballeros. Parece que mi tío Chano y mi madre Mercedes, estudiaban al momento del fallecimiento de su padre Godofredo, y posiblemente ese acontecimiento, junto al descuido de mi abuela tronchó,  sus iniciativas estudiantiles. Chano y mamá o no recibieron el mensaje de sus parientes en Santiago para que volvieran a estudiar con los gastos cubiertos, o ignoraron adrede la oportunidad de enrumbar sus vidas por la senda del profesionalismo.
Chano, no estudió ni  aprovechó la cantidad enorme de libros que dejó su padre al momento de fallecer, tampoco mi madre, pero mi tío sí aprovechó la herencia de una casa con su respectiva biblioteca que dejó mi abuelo, patrimonio de cuatro hijos, él, mi madre, tía Socorro y otra hija que nunca supe su nombre, pero sí su existencia. Chano vendió el inmueble, lo gastó en supuestas parrandas nocturnas y nunca avisó a sus otros hermanos de la operación económica en su contra.
Mi tío Chano  arrastraba diversos complejos familiares que les persiguieron hasta su muerte. Creía que  era único en la familia, nunca compartió de cerca con sus parientes y familiares y se mantuvo al margen de todo, tenías creencias religiosas rasantes con el  espiritualismo y nunca se destacó como creyente del cristianismo.

Mi tía Socorro. Era la hermana pequeña de Chano y mamá, también me habló mi madre,  de la  otra hermana nacida  en Canabacoa, que mi abuelo había procreado extra matrimonio, me lo confirmó mi tía Socorro,  posteriormente, que era hija a su vez. De una mujer en Licey al Medio, otra aventura amorosa de mi abuelo.
Cuando visité a mi tía Socorro por primera vez lo hice con mucha timidez y cuidado. Pensé, siendo mi tía,  cabeza de una familia de zona urbana y casada con un originario libanés,   no se va a perder el tiempo dándole atenciones a un sobrino campesino,  de quien nunca había sabido de su existencia.
¡Vaya sorpresa! Cuando saludé a mi tía. Y me identifiqué,  se puso tan contenta que me abrazó y me besó, me preguntó por mi mamá,  y por Chano, y me dijo que yo había llegado a mi casa. Desde ese momento, ciertamente pasé a formar parte de la familia, con todos los privilegios que tenían, sus hijos.
  
 Eran doce en total. Recibí el apoyo y cariño de don Miguel Jacobo, su esposo y los primos,  hembras y varones entre los cuales destacaban: Miguelito, Tony, Davisito, Freddy, Abelino, Máximo y Martín, además, de Bienvenida, Mary, Enilda, Carmeza y Socorrito. Me  acogieron como si hubiese formado parte de la familia desde que surgió la misma.
Mi tía conversó largamente de la familia conmigo,  al poco tiempo de nuestro encuentro en la calle 16 de Agosto No. 84 en la ciudad de Santiago de los Caballeros.
Se quejó mi tía,  del alejamiento de sus hermanos Chano y Mercedes, y se preguntaba por qué no le buscaban y la respuesta era tan sencilla, como directo fue el cuestionamiento.
No le buscaron por timidez, por el complejo rural contra el ciudadano que vive en la ciudad o la metrópoli. Fue una lástima,  que no se trataran de cerca,

  Mi tía Socorro, era un ángel terrenal, estoy convencido,  que Dios le reservó un asiento muy cercano a él, porque ella pasó por la madre tierra,  haciéndoles el bien a los demás. Para mí fue mi segunda madre y le pido a Dios muchas bendiciones para ella y su familia.
Relaciones armoniosas. Tanto con mi tío Roberto,  como con Chano y Bernardo,  nunca discutí con ellos y  tuve la suerte de mantener una buena relación  familiar. Mi tío Roberto, escribí antes que me convirtió en un esclavo moderno, y por tanto no me sentía bien con él, tampoco le agradecí que me utilizara como un objeto cualquiera, pero le perdoné en el pasado y lo aprecio en el presente
.
Con mi tío Chano, se produjo una confusión, al marcharme de Villa Mata, establecerme en Santiago, y luego emigrar a EE. UU., quedó pendiente el trato que me dispensó en Villa Mata, nunca recibí paga ni beneficios de otras índoles de sus manos, que no fuera la ración de comida que en algunas ocasiones me ofrecieron, en cambio, yo me convertí,  en un tiempo en el ángel guardián de su familia, facilitándoles parte de su dieta cotidiana.
Iba de Villa Mata a Palo Blanco,  custodiando el animal que transportaba los víveres,  que yo iba a vender para que su familia comiera decentemente.  De regreso  llevaba las provisiones con que se alimentaba la familia de Chano, sus hijos, su mujer. Mi paga cuál era, un plato de comida como compensación, esa misión tuve que mantenerlas por un largo tiempo en las inmediaciones de los años 50
.
Mis tíos paternos. Los hermanos de mi padre eran diez: Israel, muerto de joven, Juan, Polín, Miguel, Honorio, y mi padre Antonio. Las hembras,  Angélica, Celina, Clementina, y Silvia. Este entorno familiar nunca influyó en mi vida y hemos mantenido excelentes relaciones, con los que he tenido la suerte de estrechar una buena amistad y relación familiar. Mis tías favoritas Silvia García, y Socorro Jacobo Pichardo. Mis primos favoritos, todos, especialmente con los que he tenido el placer de tratarme de cerca.@

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