jueves, 8 de noviembre de 2018

Ventana católica en la Pluma de Luis Godofredo Pichardo/Servicio Panamewricano de Noticias.Com


La Pluma de Luis Godofredo Pichardo/Editor del Servicio Panamericano de Noticias.Com
Ventana católica: ¿Las religiones siguen siendo el opio de la sociedad del siglo 21 o benefician a la matrícula de 2,180 millones de cristianos que hay en el mundo?
La Iglesia católica retiene el 51% de los
 2180 millones de cristianos que tiene el mundo
Como periodista,  me hago la inquietante pregunta que encabeza este artículo. En mi caso en particular,  soy laico católico de toda una vida,  de la que ya le pasó el otoño de un futuro promisorio y disfruto de una tercera edad placentera y armoniosa.
Pensando en las grandes congregaciones religiosas en todo el mundo,  es que hago esta presente reflexión. Pero antes,  quiero destacar la importancia, la influencia y el poder de convencimiento,  que poseen algunas de las religiones aglutinantes de millones de seres humanos.
Voy a mencionar solo  tres o cuatro denominaciones religiosas,   por ser éstas,  las más influyentes en todo el planeta terráqueo.
La Iglesia musulmana que profesa el Islam retiene el 37%
 de una matrícula de 2180 millones de cristianos en el mundo
La religión musulmana  o del Islam que aglutina,  1500 millones de seres  humanos y que su mayoría  profesa el Islam, fe que le enseñó el profeta Mahoma, ocupa un 37% de los 2180 millones de cristianos.
La religión católica con una matrícula de 1,254 millones, (51% del total de 2,180 millones que tiene el entorno cristiano, esto así porque todos los musulmanes no profesan el Islam)  siguiéndoles en sucesión la protestante, la evangélica, la luterana, la bautista, la budista, y un sin número de otras denominaciones, se reparten junto a los ortodoxos  el restante 12%-




 

De estas cifras impresionantes era que el  líder chino,  Mao Tse Tung,  decía,  que las grandes religiones eran como una droga que  convertían en adictos  a los pueblos y por eso le llamó  “el opio de los pueblos”.
No creo,  que las diversas denominaciones religiosas en su empeño de conversión y atracción,  para atraer a nuevos adeptos lleguen a la categoría de una adicción  a los  estupefacientes, pero sí a una radicalización del pensamiento.
Observo  que  hay religiones nuevas y mercantiles que se prestan a todo y para todos, en la búsqueda,  de aumentar su matrícula religiosa y su poder e influencia,  dentro de la sociedad donde se desarrollan.
América Latina y El Caribe es un buen  ejemplo de laboratorio,  en el primer cuarto de siglo 21.
Mao Tse Tung, decía que las
 religiones eran el opio de los puevblo
El continente latinoamericano era hasta final del siglo 20,  una cantera de laicos pertenecientes a la Iglesia católica, pero un fenómeno inesperado o forzado hizo cambiar el rumbo,  y hay naciones en el Hemisferio occidental donde la matrícula de los laicos católicos  ha bajado hasta un 25%, caso de Brasil, Chile, Argentina, Colombia y Ecuador.
En ese escenario,  crecen los nuevos movimientos deístas, a los que no me atrevería a llamar religiones, porque en  el quehacer y comportamiento cotidiano,  parecen más, unos laboratorios para entrenar activistas que iglesias  para concientizar, y se destacan en  la búsqueda de dinero y  en forjar una militancia un tanto ignorante, desconocedora de los principios religiosos
Irrespeto y posicionamiento. Las nuevas iglesias “cristianas” que surgen en los últimos tiempos,  están dirigidas por personas ineptas,  con un desconocimiento total,  del cristianismo universal y tradicional. Amén de que la mayoría es analfabeta-
Los “pastores” nuevos fundan una Iglesia cristiana en cualquier esquina y su labor principal,  es escandalizar en el  vecindario,  con unos alto parlantes con más de un 90% de decibeles que dañan el oído a sus seguidores y a la vecindad,  los nuevos prospectos que entran a la hermandad quedan como esclavos y prisioneros del sistema de una religión en que sus responsables violan las normas de la decencia y alteran el orden público.
La ignorancia de no  saber escuchar. Recientemente tuve la  desagradable experiencia de enfrentarme con un activista-perifoneador  cristiano que desde una yipeta  vociferaba sin parar,  como quien está poseído, de las  camionetas que usan los ricos, salí para pedirle que bajara el volumen de megáfono, pero no me hizo caso-
 Y ciertamente predicaba la palabra de Dios, algo que respeto y valoro, pero. Cuando  “un cristiano separado”  habla de predicar la palabra se refiere a la Biblia y a Dios, y eso es bueno, pero hay que respetar el espacio y la privacidad.
. El religioso de la camioneta se instaló al frente de mi casa, elevó los decibeles de su megáfono a nivel que no nos escuchábamos nada  mi esposa y quien escribe, salí a pedirle que bajara un poco el volumen, no me hizo caso, y cuando terminó la prédica, me dijo en un tono airado, esta calle no es suya.  Y tengo derecho a predicar la palabra de Dios. Le respondí tampoco la calle es suya, y es más de mi incumbencia que la suya porque yo vivo al frente de ella.
Bien, le dije, pero lo que le pedí no era difícil,  fue que bajara el volumen de su bocina, y me respondió,  tengo permiso para ubicarme en cualquier parte. En ese escenario, pienso que no existe una ley que controle los impulsos de estos cristianos callejeros, pero tampoco,  de los que tienen sus iglesias en cada esquina. (PNS):

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