Sociedad del siglo XXI llena de preguntas y urgidas de
respuestas
A
veces me pregunto en la intimidad, cuántas preguntas tiene que hacerle la
humanidad en este primer cuarto de siglo al liderazgo, político, económico y
religioso de un mundo globalizado cada vez más confuso y complicado. Una
economía en crisis e inflacionaria, un liderazgo político díscolo y una
religiosidad cada vez más cuestionada.
Los
políticos de turno se convierten en los nuevos colonizadores de los modelos de
gobernabilidad que desean aplicar al mundo. Entiéndase bien, no lo que necesita
la humanidad de hoy carente de una gobernabilidad estable, confiable y creíble.
El
liderazgo político actual se ha inventado una fórmula híbrida denominada
populismo liberal que se ubica entre la intolerancia, la rigidez, y la
dictadura.
Pero
que nadie se atreva a decirle a uno de los nuevos dictadores, disfrazado de
democracia, neoliberalismo, liberalismo y democracia neoliberal.
Esta
mezcla de pensamiento político se inclina por una gobernabilidad de estilo
dictatorial, pero como las dictaduras están en desbandas desde hace varias
décadas, ahora se prefiere llamarle “ populismo político” que significa en el
argot de los nuevos aspirantes a ser presidenciables, tener potestad libérrima
para hacer lo que al gobernante de ese género o modalidad se le venga en gana.
Tenemos
muchos ejemplos de esta variedad de energúmenos diseminados alrededor del
mundo, En nuestro continente bastaría con presentar a gobernante como Nayib
Bukele, de El Salvador, Nicolás Maduro, en Venezuela, Alberto Fernández, en
Argentina, y el dictador Daniel Ortega, en Nicaragua, que de revolucionario nicaragüense
pasa a dictador reeleccionista con cuatro mandatos consecutivos, sin
competidores.
En
la escena latinoamericana aparece también Jair Bolsonaro, el presidente de
Brasil, que es el más contestatario de todos, y el más testarudo, prefiere que
los brasileños mueran en la pandemia del Covid, a que se vacunen, porque al
igual que los grupos de extrema derecha alega que el coronavirus es una
conspiración del mundo capitalista.
Pero
probado diversos modelos de gobernabilidad parece que el único que funciona a
cabalidad es el de la democracia representativa y no modelos aberrantes como
los del comunismo, socialismo, neoliberalismo o populismo.
Es
necesario volver al modelo antiguo de la democracia representativa y olvidarnos
de iniciativas dictatoriales e improvisadas, con políticos surgidos de la nada
que buscan insertarse en la sociedad del siglo veintiuno, como el coronavirus.
( PNS).
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