La guerra en Ucrania, la pandemia golpeando a China, Rusia y Alemania, la hambruna que produce el desabastecimiento a nivel global, la inflación que genera el alza descomunal de los bienes de consumo, la escasez y altos precios de los cereales, trigo, soya, maíz, y las exportaciones detenidas es un cuadro espeluznante para un mundo inestable como al que se enfrenta en la actualidad.
Lo menos que deseamos los comunicadores sociales es convertirnos en aves de mal agüero, pero la realidad está planteada y los retos para enfrentarla son difíciles.
La guerra entre Rusia y Ucrania con tres semanas de acción bélica, tres millones de refugiados que han tenido que salir huyendo del asedio y los bombardeos permanentes, es la primera amenaza de la humanidad, por el momento, ya que ese conflicto puede desembocar fácilmente en una tercera guerra mundial.
El líder ruso muestra una patología indefinida, y no se sabe si su interés en Ucrania es la anexión, pura y simple, o si su ambición y locura por poder lo proyecta hacia una iniciativa más ambiciosa.
Los países de los Balcanes están a la expectativa y unificado, un intento del Kremlin por invadir la Europa del Este puede fácilmente desencadenar el inicio de una Tercera Guerra Mundial y colocar al mundo del siglo XXI al borde de una catástrofe impredecible.
Nos resistimos a creer o incentivar los malos augurios, pero el mundo civilizado en manos de potencias como Rusia, China, Corea del Norte, Irán, Turquía, Siria, Israel y otras beligerantes, no nos presagia una paz duradera y una reconciliación de paz mundial. ( PNS).
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