jueves, 24 de septiembre de 2015

Casos y cosas del diario vivir en Burbujas



Burbujas Católicas
Por Luis Godofredo Pichardo/ Editor de Revista Ventana Católica. Blogspot
Los herederos no aman a sus progenitores…aman lo que  éstos tienen
El efecto destructor de las herencias patrimoniales. Bien lo establece Jesucristo en su Evangelio, cuando dice que “no se puede servir al dios dinero, y al Dios divino,  al mismo tiempo. También afirma que el que posee dinero en cantidad abundante pone su corazón sobre el cuidado de su fortuna material y se olvida de la responsabilidad espiritual  de un buen cristiano.
  Desde muy joven he observado con mucho cuidado y seguimiento el efecto devastador que produce el dinero o los bienes materiales que los progenitores dejan a sus hijos, familiares, parientes, o amigos. El primer factor negativo en la lucha por la riqueza fácil  lo produce la desconfianza mutua entre los denominados herederos universales.
  Los beneficiarios de una herencia no se preocupan por las causas en las que falleció su pariente, ni se interesan por darle cristiana sepultura al fallecido, sino porque se contabilice la cantidad de los bienes que deja el fallecido  y se pongan a buen resguardado.
  Una mujer bondadosa y caritativa. Conocí un caso dentro de mi propia familia,  hace ya varios años, la persona fallecida era un verdadero ángel del Cielo, buena madre, buena esposa y protectora de la familia. Enfermó y murió,  y al tiempo de preparar su velatorio,  alguien colocó una almohada nueva bajo su cabeza, y un yerno se la quitó, porque entendía,  que era un desperdicio, según él, la almohada podía servir para que se siguiera usando.
El dinero y los bienes materiales de las herencias dañan la unidad familiar He podido comprobar a través de mi experiencia periodística  de medio siglo como comunicador social,  la destructiva labor clandestina del “efecto herencia-heredero”  lo que lacera en el seno de la familia, la repartición de los patrimonios  de los progenitores que dejan como herencia a los hijos, a las esposas y a los parientes, al poco tiempo,  de la repartición,  sólo queda  enemistad, división y rechazo mutuo.
 La muerte de un rico con muchos familiares, pero con pocos dolientes...Recientemente me tocó vivir de cerca una tragedia familiar. Un empresario octogenario perdió la vida a causa de estrangulamiento en su domicilio, causado por la delincuencia imperante en la sociedad dominicana.
  La persona fallecida había dedicado su vida entera al trabajo productivo, y como consecuencia de su esfuerzo logró amasar una fortuna, era una persona atípica y cautelosa, no permitía que sus hijos se les acercaran,  porque creía que buscaban ayuda económica, pero salvo ese proceder, los testimonios recogidos en su entorno amistoso y familiar me  permite  evaluar el alto contenido humano que poseía, muchas personas han testimoniado que era su ángel protector, y que eran muchas las personas que se beneficiaban del producto de su trabajo.
  El empresario en cuestión, muere víctima de la delincuencia, pero extrañamente,  ni la familia ni  las autoridades  se tomaron la molestia de profundizar en una investigación a fondo,  no han informado de la detención de algún sospechoso del crimen, pero tampoco informan si el proceso de investigativo  sigue su curso, o si ha sido detenido por recomendación de algún familiar.
  Los herederos de este relato son  tres en total, comenzaron el proceso de repartición,  dejaron  funcionando la empresa matriz, y trabajan en la  cuantificación de los  bienes raíces del patrimonio, para luego determinar qué curso se les darán.
Meticuloso en el gasto funeral. No puede afirmarse que estos tres sujetos sean los únicos que pusieron controles inmediatos para administrar su nueva fortuna, pero por las actividades realizadas a favor del fallecido, se puede colegir que trazaron un presupuesto muy estricto y controlado.
  Incluso, uno de los herederos comentó que era una pérdida de dinero, los honorarios que se le pagaron al cura párroco que realizó los  servicios fúnebres que ofreció la Iglesia católica.
  No es extraño,  este tipo de conducta,  entre herederos  novicios que todavía  t no conocen  los  controles para administrar su nueva fortuna.@