jueves, 20 de julio de 2017

El día en que vine al mundo: autobiofráfico



Autobiografía del periodista LGP
 Luis Godofredo Pichardo García
1.
El día en que vine al mundo
Mi madre, Mercedes Generosa Pichardo, me trajo al mundo, el 28 de noviembre de 1937. Sin embargo, mi partida de nacimiento indica que fue en enero 20 del mismo año, nunca le pregunté a mi adorada madre la hora de mi nacimiento, pero se produjo en la comunidad de Canabacoa, distante seis kilómetros del centro de la ciudad de Santiago de los Caballeros en la República Dominicana.
Cuelgo esta foto galaería del Consulado dominicano en Nueva York, de cuando era encargado de prensa de esa delegación diplomática en 1982. Llegué allí designado por decreto presidencial, antes rechacé en el despacho del presidente Salvcador Jorge Blanco, un cargo de embajador plenipotenciario con opción a tres países del Cono Sur, Argentina, Chile y Perú. no quise ir a la misión diplomática porque no quería separame de mi familia. Jorge Blanco me había ofrecido un cargo en Naciones Unidas, pero sus compromisos políticos de campaña lo impidieron y acordamos que yo fuera como attaché de prensa al consulado neoyorquino. Testigo oculares de la orferta como embajador, el periodista Humberto Olivieras, presente en el despacho presidencial, Enmanuel Esquea, Consultor Jurídico, y un alto mando militar al servicio del primer mandatario. En mi autobiografía buscaré ser honesto y exponer los hechos y viviencias tal y como han ocurrido.
Tanto mi padre,  Elpidio Antonio García, como mi madre,  eran personas poco comunicativas, por su condición de  extracción  social, campesinos, sumidos en la pobreza, pero con mucha dignidad y decoro en el cuidado de sus hijos.
Mi madre Mercedes, era analfabeta informal, porque aunque sabía leer y escribir,  pero nunca descolló por el sendero de las letras o la literatura, nunca la vi leyendo, salvo los devocionarios religiosos de catecismo católico, al final de su visa se consagró a la religión evangélica, aunque no sé si entendió el cambio de católica a evangélica a la que le indujo una sobrina.
Mi padre Antonio Elpidio, nunca fue a la escuela, no sabía leer ni escribir, y cuando tenía que firmar algún documento, lo hacía con tres cruces por recomendación del alcalde pedáneo de la sección de Canabacoa, donde creció.
Mis hermanos y hermanas éramos  siete en total: Gregorio Esteban (fallecido) quien escribe, le seguía en el orden de nacimiento. Ramón Mercedes ( fallecido) José Dolores, María Gumersinda y María Adela, ( gemelas) y finalmente Gladys Mercedes, cuatro varones y tres hembras, un poco de confusión al firmar el apellido, pues unos firmamos Pichardo y otros García, la disparidad, que al nacer los primeros,  mis padres no estaban casados y lo hicieron después que los tres primeros habíamos nacido.
Fallecimiento de mis padres. Primero perdimos en nuestra familia a mi padre,  a mediado de la década de los noventa, a los 96 años,  un duro golpe para mi madre de quien fue  su compañero de toda la vida, posteriormente fallece mi madre a la edad de 97 años en el 2012, otra pérdida irreparable para la familia,  y un duro golpe para el entorno familiar, mi madre se convirtió en la matriarca de la familia, y consejera de todo aquel que se les acercara.
Quienes fueron mis abuelos maternos y paternos. Por parte de mi madre, Adela Gutiérrez y  Godofredo Pichardo. Mi abuela era campesina, pero muy leída y con mucha visión de la vida, nunca le pregunté sobre su capacidad educativa, pero en aquella época, a principios del siglo XX nunca se pasaba del bachillerato, o la escuela primaria que llegaba hasta el octavo curso.
Mi abuela era hija de hacendados con muy buena posición económica rural, sus padres tenían grandes extensiones de terrenos ganaderos y agrícolas, tierras muy fértiles, pero carecían de visión,  hacia el desarrollo y se estancaron junto a  sus hijos,  terminaron vendiendo cada uno la porción que les tocaba en herencia.
Por su parte mi abuelo era oriundo de Bella Vista, una comarca colindante con Santiago, donde vivió junto a su familia la mayor parte de su vida, se casó con mi abuela, pero el matrimonio no duró mucho, porque él falleció, poco tiempo después. Mi abuelo era un  hombre instruido según me contaron,  no llegué a conocerlo, pero sí a mi abuela, con la que interactué por mucho tiempo en mi mocedad.
En algún momento de mi vida,  me vi tan protegido de parte de mi abuela, que ni siquiera quería retornar al hogar de mis padres.
Volviendo a mi abuelo  Godofredo, mi tocayo, llevo su nombre completo. Era un intelectual de su época, músico de afición, criador de caballos de carrera y editor periodístico, en 1910,  dirigió un periódico semanario en la ciudad de Santiago, no conocí mucho sobre  su vida, pero mi tía Socorro, que era su hija, al igual que mamá, me contó algunos relatos de su existencia.
Mi abuelos paternos: Altagracia Pérez y Luis García, eran oriundos de Canabacoa, él era músico acordeonista y siempre llevaba su conjunto musical  en el lomo de su caballo, me lo contó mi padre, en sus giras musicales se hacía acompañar de  la tambora, la güira y su acordeón, era él  quien dirigía su conjunto típico y contrataba a los músicos,  en el lugar de las fiestas que amenizaba.
Mi abuela era pastelera, o tortera. Es decir, horneaba unos exquisitos mangares de harina de trigo que les llamaban tortas o coconetes, eran deliciosos.  Llegué a degustar en diversas ocasiones su trabajo artesanal, me gustaba lo que ella llamaba las orillas de las tortas.@

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