martes, 25 de julio de 2017

AB de LGP-Crónica Ocho: Mis amigos de Villa Mata



AB de LGP-Crónica Ocho:
Mis amigos de Villa Mata
Llegué a Villa Mata a vivir con mi familia a los 10 años. Antes,  he señalado que estuve un tiempo en Arroyo Frío, alternando con mis viajes nocturnos en Villa Mata, pero todavía mis padres no se habían establecido en la comarca agrícola.
Mi abuela  Adela, ordenó arrendar dos parcelas. Ella creía, al igual que nosotros,  que estaba comprando el terreno, pero nadie se preocupó en principios,  por los títulos de propiedad. Prontamente,  nos dimos cuenta que aquello era terreno arrendado y que había que pagar por el derecho de  usufructo un 10% anual.
el negocio del capa perro Caricatura – El negocio del capa perro...
Nadie obligó a mi abuela a que hiciera el negocio del capa perros
Es decir, que no habíamos comprado nada. La herencia se esfumó. Mi abuela,  vendió terrenos de calidad en Canabacoa-Santiago a precios irrisorios e invirtió el producto de la venta, en terrenos de segunda calidad, en un área de terrenos escarpados en plena loma de Villa Mata, distante 12 kilómetros de Jamao al Norte y unos 25 de la ciudad de Moca.
Pero al encontrarnos de nuevo con el núcleo familiar, mis padres, mi abuela, mis tíos y un nuevo amanecer,  me sentí contento, aunque un poco extraño. Era la primavera del 1947 y comenzabamos el período de adaptación, fuimos conociendo a los colonos que nos precedieron, junto a sus familias y logramos una gran empatía con ellos.
Tanta, que mis padres,  hicieron amistad con las familias de Lico y Bella y su mujer, con la de Javiela, y Josefa, su hija. Con  el marido de Javiela, era un hombre joven, apuesto y muy trabajador.
También nos relacionamos  con la familia de Nieves y su esposo Regino. Con la del viejo Bolo, gallero y refunfuñón, personalmente,  hice buena amistad con el  hijo de Bolo.
 Con la familia de Rita,  sus hijas Lucía Dorita, su  marido Elpidio, un hombre alto y bonachón
Allí se celebraban las flores de Mayo, un momento ideal para la espiritualidad y el intercambio de saludos con personas que aún no conocíamos, aunque era una celebración anual, la esperábamos con ansiedad.
Lucía fue la primera mujer de mi tío Bernardo, el enlace duró poco, el se marchó de Villa Mata, silenciosamente y nunca más volvió. 
Ella,  regreso al seno de su familia. Me gustaba su hermana,  Dorita pero yo era muy muchacho para la declaración amorosa.
Mi principal empatía se produjo con la familia de Ernesto y Silvana, oriundos de Amaceyes, en la misma Provincia Espaillat,  que emigraron,  al igual que nosotros a la nueva tierra de promisión y abundancia.
La familia de Angélica con sus cinco hijos. Me relacioné amistosamente con Niño, Gilberto y Antonia, la mujer de Tavito,  logramos una gran amistad, hasta el extremo,  de que Niño fue quien me recibió en Santiago en 1952, me protegió, me enseñó a caminar por el entorno del Santiago de aquella época, y hasta hoy,  lo recuerdo con cariño y sentimientos de solidaridad.
Recuerdo que Niño vivía con su hermana Antonia y Tavito,  en el Elgido, que recién se había fundado, me acogieron como uno más de la familia.
Retornando a mi estancia en Villa Mata. Me solidaricé mucho con la familia de Ernesto y Silvana, con sus hijos Doro, Niño, Erasmo, y con sus hermanas Vidita, y Flora. Siendo un párvulo sentí mucho deseo de compartir con la señora S, me acerqué a ella,  se lo manifesté en más de una ocasión y respondía que si estaba loco, que si su esposo se enteraba…me mataba.
LA MUJER VIRTUOSA | EL REINO SOBRENATURAL.
Siempre que estoy enamorado pienso en que la mujer es virtuosa
En esa época comenzaba mi vida activa de amoríos silenciosos (enamorado sin manifestarlo a la candente amada) por temor a que  me dijeran…mira muchacho…cc,… me gustaban todas las mujeres en esa etapa de mi vida, sin importarme que estuvieran casadas o comprometidas.
Recuerdo entre otras mujeres que admiraba y deseaba en Villa Mata y Palo Blanco, a Chichita, que coincidíamos siempre solos y  dejaba que le manoseara, pero sin pasar de ahí, era mujer de un amigo mío.
Admiraba o me gustaba:  Nieves. Javiela, Dorita, Margarita Y Ramonita. De todas,  las que más me atraía era Ramonita, pero tenía Marido, y muy celoso, me lo dijo, la misma Ramonita, que si era que yo quería que el marido de ella nos matara a los dos.
 Ya en un plano más serio,   me enamoré de una jovencita llamada Matildes, hija de Lucinda, la comadre de Miguel, el acordeonista. Lucinda tenía su marido, pero era canera, y  en su casa,  siempre había un motivo para celebrar, siempre había una fiesta o una vela a los santos que les tocaba su turno conmemorativo.
A Matildes,  le dije que la amaba. Pero ella me encontraba muy muchacho,  para ella, y era bullanguera, al igual que su mamá, le gustaba bailar, quizás,  más que comer, y eso, cuando bailaba con otros…me desesperaba el celo y la ansiedad.
Papá no me dejaba salir fuera del entorno de nuestro bohío. Y para lograr que aceptara mi petición de ir a ver a Matildes, a Lucinda, su marido, y a Miguel, el músico,  y compadre de la familia, yo tenía que prometerles a papá,  regresar a tiempo, portarme bien,  y si no llegaba a tiempo debía contar los correazos que me ofrecía gratuitamente.
Lucinda mantenía una relación de acercamiento con su compadre Miguel, que hacía pensar en una abierta infidelidad contra su marido, pero todo era muy discreto, y Lucinda era la  que conducía el barco de la familia.
Traje conmigo a la ciudad de Santiago,  muchos e inolvidables recuerdos de aquella época en Villa Mata. Y  no puedo pasar por alto mencionar  la familia de Baldemiro y Lela Rodríguez, que se emparentaron con nuestra familia,  a través del matrimonio de Chano y María, el primero era mi tío, la segunda, la hija de los Rodríguez.
La familia de Uribe,  y sus hermanos  nos dejaron huellas profundas y gratos recuerdos. Esta familia se instaló en Villa Mata, al igual que la nuestra, en busca de mejoría. Eran oriundos de la Cumbre-Moca-Jamao, y vivían al borde  de la carretera que bordea la elevada zona montañosa enclavada en la serranía de la provincia Espaillat.
No recuerdo el apellido de Uribe, ni  el de sus hermanos, pero eran tres y vivían solos, le gustaba la pesca y lograban capturar en Arroyo Frío, buena cantidad de camarones de agua dulce, jaibas, cangrejos y algunos  que otros pescaditos.
 Lo repartían en el vecindario y compartían mucho con nuestra familia.  Me satisface hoy 25 de julio del 2017, 65 años después, poder reconstruir  esta magnífica historia Villa Mata, sigue en el mismo lugar, pero esta vez,  con  sus predios  para pastar la ganadería y no para producir alimentos de la agricultura que fue la meta de los colonos de aquella época.@

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