AB de LGP-Crónica Ocho:
Mis amigos de Villa Mata
Llegué a Villa Mata a vivir
con mi familia a los 10 años. Antes, he
señalado que estuve un tiempo en Arroyo Frío, alternando con mis viajes
nocturnos en Villa Mata, pero todavía mis padres no se habían establecido en la
comarca agrícola.
Mi abuela Adela, ordenó arrendar dos parcelas. Ella
creía, al igual que nosotros, que estaba comprando el terreno, pero nadie se
preocupó en principios, por los títulos
de propiedad. Prontamente, nos dimos
cuenta que aquello era terreno arrendado y que había que pagar por el derecho de
usufructo un 10% anual.
Nadie obligó a mi abuela a que hiciera el negocio del capa perros |
Pero al encontrarnos de
nuevo con el núcleo familiar, mis padres, mi abuela, mis tíos y un nuevo
amanecer, me sentí contento, aunque un
poco extraño. Era la primavera del 1947 y comenzabamos el período de adaptación,
fuimos conociendo a los colonos que nos precedieron, junto a sus familias y logramos una gran
empatía con ellos.
Tanta, que mis padres,
hicieron amistad con las familias de Lico y Bella y su mujer, con la de Javiela, y Josefa,
su hija. Con el marido de Javiela,
era un hombre joven, apuesto y muy trabajador.
También nos relacionamos con la familia de Nieves y su esposo Regino. Con la del viejo Bolo, gallero y refunfuñón, personalmente, hice buena amistad con el hijo de Bolo.
Con la familia de Rita, sus hijas Lucía y Dorita, su marido Elpidio, un hombre alto y bonachón.
Allí se celebraban las flores de Mayo, un momento ideal para la espiritualidad y el intercambio de saludos con personas que aún no conocíamos, aunque era una celebración anual, la esperábamos con ansiedad.
También nos relacionamos con la familia de Nieves y su esposo Regino. Con la del viejo Bolo, gallero y refunfuñón, personalmente, hice buena amistad con el hijo de Bolo.
Con la familia de Rita, sus hijas Lucía y Dorita, su marido Elpidio, un hombre alto y bonachón.
Allí se celebraban las flores de Mayo, un momento ideal para la espiritualidad y el intercambio de saludos con personas que aún no conocíamos, aunque era una celebración anual, la esperábamos con ansiedad.
Lucía fue la primera mujer
de mi tío Bernardo, el enlace duró poco, el se marchó de Villa Mata,
silenciosamente y nunca más volvió.
Ella, regreso al seno de su familia. Me gustaba su hermana, Dorita, pero yo era muy muchacho para la declaración amorosa.
Ella, regreso al seno de su familia. Me gustaba su hermana, Dorita, pero yo era muy muchacho para la declaración amorosa.
Mi principal empatía se
produjo con la familia de Ernesto y Silvana, oriundos de Amaceyes, en la misma
Provincia Espaillat, que emigraron, al igual que nosotros a la nueva tierra de
promisión y abundancia.
La familia de Angélica, con
sus cinco hijos. Me relacioné amistosamente con Niño, Gilberto y Antonia, la mujer
de Tavito, logramos una gran amistad,
hasta el extremo, de que Niño fue quien
me recibió en Santiago en 1952, me protegió, me enseñó a caminar por el entorno
del Santiago de aquella época, y hasta hoy, lo recuerdo con cariño y sentimientos de
solidaridad.
Recuerdo que Niño vivía con
su hermana Antonia y Tavito, en el Elgido,
que recién se había fundado, me acogieron como uno más de la familia.
Retornando a mi estancia en
Villa Mata. Me solidaricé mucho con la familia de Ernesto y Silvana, con sus
hijos Doro, Niño, Erasmo, y con sus hermanas Vidita, y Flora. Siendo un párvulo sentí mucho
deseo de compartir con la señora S, me acerqué a ella, se lo manifesté en más de una ocasión y
respondía que si estaba loco, que si su esposo se enteraba…me mataba.
Siempre que estoy enamorado pienso en que la mujer es virtuosa |
Recuerdo entre otras mujeres
que admiraba y deseaba en Villa Mata y Palo Blanco, a Chichita, que
coincidíamos siempre solos y dejaba que
le manoseara, pero sin pasar de ahí, era mujer de un amigo mío.
Admiraba o me gustaba: Nieves. Javiela, Dorita, Margarita Y Ramonita.
De todas, las que más me atraía era
Ramonita, pero tenía Marido, y muy celoso, me lo dijo, la misma Ramonita, que
si era que yo quería que el marido de ella nos matara a los dos.
Ya en un plano más serio, me enamoré de una jovencita llamada Matildes, hija de Lucinda, la comadre de Miguel, el acordeonista. Lucinda tenía su marido, pero era canera, y en su casa, siempre había un motivo para celebrar, siempre había una fiesta o una vela a los santos que les tocaba su turno conmemorativo.
Ya en un plano más serio, me enamoré de una jovencita llamada Matildes, hija de Lucinda, la comadre de Miguel, el acordeonista. Lucinda tenía su marido, pero era canera, y en su casa, siempre había un motivo para celebrar, siempre había una fiesta o una vela a los santos que les tocaba su turno conmemorativo.
A Matildes, le dije que la amaba. Pero ella me encontraba
muy muchacho, para ella, y era bullanguera,
al igual que su mamá, le gustaba bailar, quizás, más que comer, y eso, cuando
bailaba con otros…me desesperaba el celo y la ansiedad.
Papá no me dejaba salir
fuera del entorno de nuestro bohío. Y para lograr que aceptara mi petición de
ir a ver a Matildes, a Lucinda, su marido, y a Miguel, el músico, y compadre de la familia, yo tenía que
prometerles a papá, regresar a tiempo, portarme bien, y si no llegaba a tiempo debía contar los
correazos que me ofrecía gratuitamente.
Lucinda mantenía una
relación de acercamiento con su compadre Miguel, que hacía pensar en una
abierta infidelidad contra su marido, pero todo era muy discreto, y Lucinda era
la que conducía el barco de la familia.
Traje conmigo a la ciudad de
Santiago, muchos e inolvidables
recuerdos de aquella época en Villa Mata. Y no puedo pasar por alto mencionar la familia de
Baldemiro y Lela Rodríguez, que se emparentaron con nuestra familia, a través
del matrimonio de Chano y María, el primero era mi tío, la segunda, la hija de
los Rodríguez.
La familia de Uribe, y sus hermanos nos dejaron huellas profundas y gratos
recuerdos. Esta familia se instaló en Villa Mata, al igual que la nuestra, en
busca de mejoría. Eran oriundos de la Cumbre-Moca-Jamao, y vivían al borde de la carretera que bordea la elevada zona
montañosa enclavada en la serranía de la provincia Espaillat.
No recuerdo el apellido de
Uribe, ni el de sus hermanos, pero eran
tres y vivían solos, le gustaba la pesca y lograban capturar en Arroyo Frío,
buena cantidad de camarones de agua dulce, jaibas, cangrejos y algunos que otros pescaditos.
Lo repartían en el vecindario y compartían
mucho con nuestra familia. Me satisface hoy 25 de julio del 2017, 65 años después, poder reconstruir esta magnífica historia . Villa Mata, sigue en el mismo lugar, pero
esta vez, con sus predios para pastar la ganadería y no para producir
alimentos de la agricultura que fue la meta de los colonos de aquella época.@
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