Crónica Cinco:
Arroyo Frío/Villa Mata…la ruta de la media noche
En mi niñez no acostumbraba
a salir de noche. Pero desde que llegué al paraje de Arroyo Frío, en la
provincia Espaillat, mi vida cambio por
completo. En mi casa de Canabacoa, en la provincia de Santiago, aún a los nueve
años de edad, seguía disfrutando del placer de la infancia. Pero el brusco
traslado de una comunidad llana a una de lomas escarpadas y elevadas al borde
de la Cordillera Central me transformó en un hombre, sin edad, ni tamaño.
Cuando llegué a mi nueva
estancia bordeaba el otoño de la zona montañosa, terminaba la época de verano.
En el primer momento de mi
partida no comprendí la actitud de mis padres, y ya viviendo en la nueva y
extraña familia que me acogió lo entendía menos. Al principio no entendí
tampoco la actitud y el interés de mi préstamo en persona a mi tío Roberto.
Vine a reflexionar sobre el
acontecimiento negativo de mi joven existencia, semanas después de residir en
el nuevo entorno. Los propietarios de la casa que me acogió eran humildes,
cariñosos y sobre todo muy católicos de religión.
La señora de la casa les
llamaban doña Gela, por lo que supongo que su nombre de pila sería Ángela, el
de su madre Lola, pienso que era Dolores, el apellido no lo recuerdo, el de
Gela,
Taveras, que era el de su esposo Augusto Taveras, este era un cosechero
de café muy parlanchín, prieto como un carbón y con una historia nebulosa a su
alrededor, a la inversa, su esposa era
blanca y hermosa.
Así es la paisajística desde Arroyo Frío a Villa Mata, en la carretera Moca-Jamao |
¿Cuál era el interés de Roberto en tenerme cerca? La
respuesta era y sigue siendo sencilla,
tenía amores con la única hija de la casa (Viola) y se casaban en el transcurso
de pocas semanas. Necesitaba un ayudante, mensajero, esclavo o mandadero.
Fui su elegido, algo así
como el chambelán del matrimonio. Me tocó el papel de esclavo moderno, no
estaba encerrado, ni con cadenas en los
pies, pero esclavo al fin.
Antes del matrimonio de
Roberto y Viola, recibí un gran entrenamiento hacia el trabajo productivo y una
especial lección espiritual con el rezo del Santo Rosario.
Al día siguiente de mis
vacaciones involuntarias, ya estaba arreando animales cargados de café para
despulpar. A prima noche no se podía estar ausente de la casa
de Gela para el rezo del Rosario
y largo devocionario. Pasado el culto de oración, me tenía que dirigir con una linterna hacia el
lugar donde operaba la despulpadora, allí estaba Roberto dándoles vueltas a la
palanca. A partir de ese momento era su ayudante. Echaba agua en la tina,
ayudaba a maniguetear la despulpadora y ver cómo salía el grano de café listo
para su comercialización.
Ese ejercicio se hizo
rutinario en las siguientes semanas, pues la cosecha de café estaba en su
apogeo.
El día de la boda de Roberto. Comenzaron los preparativos, el traje de la novia, el
traje del novio, circularon las invitaciones de boca en boca y llegó el día de
la ceremonia, en que unieron por algún
tiempo sus vidas Viola y Roberto. Mi tío no era realmente un putanero, pero sí
un cambia chaqueta y pasó gran parte de su vida en los brazos de otra mujer. He
sido su gran imitador.
Otro paisaje de la carretera Moca-Jamao |
Llegamos a Villa Mata, y en
la casa había un anexo muy coqueto de dos niveles y en el segundo piso se
instalaron los novios.@
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